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Por Alfonso Garcés Báez

El 5 de noviembre del 2013, Anonymous convocó a la Marcha del Millón de Máscaras en más de 400 ciudades del mundo. Un colega y yo, aquí en la ciudad de México, asistimos a la convocatoria. La cita: el Monumento a la Revolución Mexicana a las 18:00 horas. Nos vimos en el zócalo, frente a la Catedral a las 17:00 horas, caminamos desde ahí pasando por Madero y después por Av. Juárez para tratar de hallar indicios de algo sobre Anonymous. No encontramos nada.

Al llegar al Monumento a la Revolución el campamento de la CNTE se extendía por todo el entorno, no veíamos presencia de algún simpatizante de Anonymous. Llegamos casi a las 6 de la tarde, fue justo abajo del Monumento (cerca del elevador) donde hallamos aproximadamente a 20 persona que portaban la máscara de Anonymous. Tomamos fotografías de ellos y un testimonio:

 “Yo creo que lo principal de todo esto fue estar en contra del gobierno, estar en contra del sistema vigilante, como hemos visto en los últimos años se ha intensificado más, desde el punto de vista desde la NSA, como ha infiltrado en data centers como Yahoo como Google para poder obtener información de cada uno de los usuarios. También estamos aquí en relación al Software Libre, tenemos la libertad de internet totalmente ¿Por qué? Porque hay otro movimiento que es paralelo a Anonymous, que son los CyberPunks.”

Simpatizante de Anonymous (fotografía por Eduardo Villa)

Simpatizante de Anonymous (fotografía por Eduardo Villa)

Minutos después comenzamos la marcha hacia el zócalo (alrededor de las 6:30 de la tarde). Ya se contaban 50 integrantes en la marcha, en un tramo muy corto sobre la calle Plaza de la República se unieron más personas, entre los manifestantes se hallaban niños y personas de la tercera edad.

Quedé sorprendido al ver en la marcha a una mujer que llevaba en sus brazos a un niño de 3 años aproximadamente, el niño llevaba una máscara de Anonymous Además de familias enteras, algunos con máscaras otros (como nosotros) sin ellas. Toda la marcha se llevó a cabo en silencio, no había consignas, ni gritos, no había voces… sólo pasos y una pancarta que decía:

“Negaste al hombre una tierra que no es tuya pero ya te enterarás cuando el odio sustituya la tristeza que nos une, desde el túnel, desde aquí, los que no aspiran a nada, y esto está inspirado en ti. ¡Hijo de Puta! Javier Ibarra”

Pancarta de miembro de Anonymous (fotografía por Eduardo Villa)

Pancarta de miembro de Anonymous (fotografía por Eduardo Villa)

Sobre Paseo de la Reforma antes de llegar a Av. Hidalgo, se contaban alrededor de 100 manifestantes. Más adelante nos alcanzaron un gran número de granaderos. Me causaron desconcierto y algo de temor, no sabía lo que nos esperaba sólo seguíamos adelante. Pensé: “tal vez sólo van a escoltarnos”.

Eran ya las 19:00 horas, frente al edificio del SAT (Servicio de Administración Tributaria) y cerca de la Iglesia de San Juan de Dios, el cuerpo policial nos rodeó totalmente. Estos crearon un cerco alrededor de nosotros, primero nos encapsularon, apenas teníamos un espacio libre entre uno y otro. La marcha cesó y junto con ella la sensación de libertad. Los granaderos que nos rodeaban formaron una cerca triple, poco a poco fueron abriendo el espacio sin deshacer la reja formada.

Nos tienen atrapados (fotografía por Eduardo Villa)

Nos tienen atrapados (fotografía por Eduardo Villa)

Al cercarnos la gente desesperaba, yo observaba miradas de preocupación y desconcierto. Desconocíamos la causa de las autoridades para privarnos de la libertad. No existía un hecho violento o alguna falta de nuestra parte. Uno de los simpatizantes de Anonymous que se hallaba sobre unos zancos saltarines tomó las riendas en un momento breve, trataba de calmar a los Anonymous, pedía conservar la calma y no caer en actos violentos. Otro manifestante gritaba a los policías: «¿Cuántos ignorantes que no saben que también peleamos por sus derechos? A ustedes también les van a subir las cuotas en las escuelas y los alimentos, no nada más a nosotros”.

El activista de Anonymous en zancos saltarines, insistía en conservar la calma. Mi colega le recomendó decir a todos que nos sentáramos, por alguna razón que desconocíamos, él había tomado un papel de líder, la gente lo escuchaba. Un helicóptero dibujó su presencia con el sonido de sus hélices, algunos Anonymous se inquietaron con la cercanía de éste, yo no soy ajeno a esta sensación.

Pasaban ya varios minutos -30 minutos tal vez- y los policías no pronunciaban palabra alguna, había inquietud y desesperación por parte de varios de los que nos hallábamos atrapados. Miembros de la policía comenzaron a tomar fotografías con una cámara digital. ¿Por qué tomaban las fotografías? ¿Por qué nos tenían cercados? ¿No se daban cuenta que había no sólo gente mayor sino niños también? Varios gritábamos que respondieran, que nos explicaran las razones para hacer esto. No había respuesta.

 Cámaras fotográficas, cámaras de video y celulares eran las únicas armas que nos quedaban, no servía preguntar, gritar, reclamar ni hacer entender. Muchos nos dedicamos a documentar lo que ocurría. Las llamadas a familiares cercanos o personas de confianza no faltaron. Algunos lo anunciaban por las redes sociales. Incluso había personas fuera del cerco que nos apoyaban. Ellas nos pedían no desesperar ni perder la cordura.

El activista de los zancos sugirió hacer una lista de los atrapados, mujeres se apuntaron en una parte y hombres en otra. Esto por si nos llevaban presos, se decía que la que se entregaría a alguien de Derechos Humanos. Mi sentir en ese momento marcaba un abismo, como si unos fueran humanos y otros máquinas, entre nosotros y los granaderos existía una distancia abismal…los sentía inertes y aislados, como si nuestras voces fuesen sólo ruido, apenas un murmullo. Recuerdo haber visto a los ojos a varios de los miembros de la cerca, me creaba temor, miedo a ser castigado por atreverme a tal impertinencia. Los miraba, buscaba algún rastro de empatía o de algo que delatara en ellos un arrepentimiento por lo que hacían. Pensaba en la humanidad, en el bien y el mal: los humanos somos buenos en el mismo grado que también podemos ser malos, algunos optamos por mostrar en mayor grado una de las dos partes.

El tiempo corría -ya una hora o más tal vez- mi compañero estaba más tranquilo que yo. Por mi sensación de impotencia, había abandonado la tarea de seguir tomando fotos y videos. Los Anonymous se encontraban de pie, yo escuchaba algunas llamadas que hacían a sus familias, a abogados y gente que pudiera ser útil o hacer algo por nuestra situación. Las consignas seguían:

«La gente que está afuera, difundan por favor, esto es un secuestro, una privación de la libertad. Estamos siendo víctimas de la represión de Mancera, difundan por favor en las Redes Sociales, estamos siendo víctimas de la represión de Mancera… de Mancera por parte de Enrique Peña Nieto. Desde que entró Peña Nieto al poder la represión y la policía se han vuelto un instrumento común. En este sexenio, en este periodo de nuestras vidas, ya es imposible salir a manifestarse simplemente, tenemos un policía por cada manifestante». (Video de la marcha)

Había ya bastantes curiosos que pasaban por la Alameda Central, varios tomaban fotos y videos con el celular. Otros nos apoyaban, nos pedían calmarnos, algunos hacían llamadas y otros documentaban. Escuchaba rumores: alguien había llamado ya a Derechos Humanos e incluso a abogados que, se decía, se dirigían a apoyar. Había corrido ya  una hora y media desde que nos tenían atrapados, mi colega y yo habíamos tomado medidas: llamamos y mensajeamos a personas (familiares, amigos, colegas, conocidos) que consideramos podían ayudar con la situación. No sabía qué sucedería, no quería saber, la misma desesperación de los otros manifestantes alimentaba mi intranquilidad. Mi país me decepcionaba, ahora más que otras veces, la impotencia que sentía no me cabía en la cabeza ni siquiera en todo el ser. Veía a todos (los Anonymous) como entes que aún poseían consciencia y algo de sentido de la otredad. Yo no sé si puedo verme (aunque sea un recuerdo) en el mismo sitio, pues me sentía desconectado, fuera de sitio, tal vez por el miedo y desconcierto que sentía en el momento, quería tener la mente en otro lado…

Fue a las 20 horas con 30 minutos cuando comenzó a verse movimiento entre los cuerpos de policía, alguien gritó que nos liberarían (no sé si era alguien de adentro o de fuera). Me levanté con desconcierto (llevaba sentado en el piso ya un rato), los Anonymous se inquietaron, la actividad incrementó, todos los encapsulados éramos ahora una masa uniforme, con vida y mente propia. Hubo un silencio que por la atmósfera me pareció demasiado largo…una de las filas de los granaderos se rompió (la que daba hacia Reforma). Como si nos empujaran comenzamos a movernos hacia metro Hidalgo, los granaderos seguían nuestro paso pero ya sin cercarnos, iban en dos filas a la derecha y a la izquierda. Todos caminábamos apresurados, algunos gritaban que no nos separáramos, que nos mantuviéramos en grupo, esto para evitar que detuvieran a alguno. Caminamos deprisa, llegamos a Av. Reforma, el tránsito se detuvo, más granaderos se hallaban en esa esquina, nosotros seguimos caminando sobre Reforma hacia el Monumento a la Revolución. Todo era ahora un retroceso, volvíamos al principio ¿sirvió de algo? Tal vez sí, para entrar en decepción de la realidad de México. Me separé un poco del grupo por ir tomando el video de nuestra retirada, mi distancia fue considerable pues notaba a los grupos de policías que nos seguían…temía que de nuevo nos cercaran.

Marchando por la libertad (fotografía por Eduardo Villa)

Marchando por la libertad (fotografía por Eduardo Villa)

No fue así, llegamos a la entrada del campamento de la CNTE sobre Plaza de la República, justo en ese punto los granaderos detuvieron su paso, noté como uno de ellos les daba indicaciones a los otros, parecían máquinas de obediencia, articulados y programados. Entramos con rapidez al campamento, se respiraba un aire con más libertad aunque con residuos de una captura…

Hallé a mi colega, permanecimos un rato en el Monumento a la Revolución, yo recibí una llamada que me hizo recuperar mi calma y de alguna manera mi confianza en la gente. Permanecimos en silencio y de pie, veíamos a los demás Anonymous llegar al punto donde todo inició. Nos despedimos de algunos y caminamos hacia el metro Revolución. Entramos al subterráneo y respiramos mejor, abajo parecía más seguro que arriba… Comenzó el regreso a casa y a una supuesta tranquilidad…

 Referencias

  • Video tomado durante la marcha.
  • Testimonios recogidos de simpatizantes de Anonymous.

Por Eduardo Villa

El 5 de noviembre, en el Distrito Federal, alrededor de 300 granaderos detuvieron y evitaron el paso a los aproximadamente 60 manifestantes que se dirigían hacia la explanada del Zócalo, para unirse a las manifestaciones convocadas por Anonymous para este día en más de 400 ciudades del mundo. Los manifestantes pidieron el cese al bloqueo por más de una hora, apoyados desde fuera del cerco policial por algunas personas.

En la convocatoria lanzada en diversos videos en YouTube y en las redes sociales, Facebook y Twitter, se indicaba el punto de reunión en el monumento a la Revolución Méxicana a las 18:00 horas; 40 minutos después, salió el contingente de protestantes en completo silencio, con intención de llegar a la explanada principal del Centro Histórico.

A las 19:00 horas, sobre la Avenida Hidalgo llegando a la Alameda, integrantes del agrupamientos de Granaderos de la Secretaria de Seguridad Pública siguieron al contingente y rodearon a los manifestantes formando un cuadro, formados a triple fila, frente a las oficinas del Servicio de Administración Tributaria (SAT), impidiendo la entrada, salida y avance de personas y medios de comunicación encerrados al mismo tiempo.

El abrazo de las mascaras.  Por Eduardo Villa

El abrazo de las mascaras. Por Eduardo Villa

Durante el lapso que duró el encapsulamiento los manifestantes exigían explicaciones: “¿Quién de ustedes tiene el mando? ¡Nos están secuestrando! , ¡Pueblo de México nos están secuestrando!, Pueblo de México, ésta es la libertad”, gritaba una mujer, con la máscara de Guy Fawkes puesta, a los elementos del cuerpo de seguridad capitalino.

A las 19:15 horas, algunos de los miembros de la manifestación comenzaron a solicitar el nombre y apellido de los encerrados para pasarlo a la Comisión Nacional Derechos Humanos (CNDH), en caso de que las cosas se tornaran violentas o se hicieran detenciones. A las 19:32 horas los manifestantes se sentaron para evitar brotes de violencia.

Hacia las 20:18 horas se abrió el paso Monumento a la Revolución, el contingente avanzo entre los granaderos quienes, los siguieron hasta el hotel Meliá, donde comenzaban los primeros campamentos de la Coordinadora Nacional de Trabajadores del Estado (CNTE). A las 20:40 horas ya en el Monumento a la Revolución se disiparon los integrantes de Anonymous.